Violencia de género en el ámbito rural: Desafíos y demandas de acción urgente
María Flores, dirigente de la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA), denunció la falta de respuestas ante la violencia que sufren las mujeres en el campo. Con un llamado a fortalecer la presencia del Estado y a incorporar enfoques de género en instituciones como la Brigada Especial para la Prevención y Represión del Abigeato (BEPRA), Flores resaltó «las barreras geográficas», «la lentitud de los procesos» y «la necesidad de difusión» para visibilizar los derechos de las trabajadoras rurales. “La voluntad de cambio existe, pero necesitamos compromiso real para avanzar”, señaló.
Flores habló con el Portal del PIT-CNT sobre la problemática de la violencia doméstica que afecta a las mujeres que viven y trabajan en zonas rurales.
“La situación de las trabajadoras rurales es muy diferente a la de las mujeres que viven en la ciudad, principalmente porque estamos en pleno campo. Los estudios estadísticos señalan que la mayoría de los femicidios ocurren en áreas rurales. Si el esposo golpea a una mujer y ella vive a 50 kilómetros de la comisaría, ¿cómo puede salir de esa situación?”, expresó.
También destacó que, además de la violencia física, existe violencia económica, ya que en muchos casos es el esposo quien controla los ingresos familiares. “Todo esto sucede sin que el vecino más cercano, que quizás vive a 30 kilómetros, se entere”, agregó.
Por estas razones, desde UNATRA continúan promoviendo la creación de comisarías rurales que no estén a grandes distancias de los destacamentos. Asimismo, alertó sobre las dificultades que enfrentan las mujeres al denunciar estos casos ya que muchas veces, el agente que recibe la denuncia podría ser familiar del agresor. “Además, no siempre hay mujeres capacitadas para atender este tipo de situaciones”.
Flores señaló que todas las comisarías están al tanto de la existencia de la Brigada Especial para la Prevención y Represión del Abigeato (BEPRA), cuya función principal es proteger el ganado, pero lamentó que su atención no se extienda a las mujeres que sufren violencia dentro de sus hogares. “Este organismo, que está dedicado únicamente al control del abigeato, ¿no debería darle más importancia a la mujer y al ser humano? ¿No sería posible incorporar a este departamento tareas relacionadas con el control de la violencia de género y verificar cómo están las mujeres en estas situaciones?”, planteó.
Flores agregó que «el vehículo» que utiliza la BERPA está destinado a cubrir el área rural, pero cuestionó las prioridades de este organismo. “Parece que importa más una oveja que la mujer”, dijo y planteó que “incorporar esta tarea no supone un gasto extra, porque el móvil ya está disponible. Lo que se necesita es una capacitación con enfoque de género”.
Flores destacó que ya se han realizado cursos sobre promotoras de género en el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), lo que demuestra la viabilidad de este enfoque. “¿Por qué la BERPA no puede contar con una promotora en género?”, cuestionó.
Explicó que, durante los cursos del MIDES, alrededor de 60 mujeres rurales de diversas zonas fueron capacitadas para detectar situaciones de violencia.
El curso de “Promotoras del derecho a una vida libre de violencia basada en género” es dictado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) del MIDES. La formación tiene el objetivo de brindar herramientas para detectar, realizar una primera escucha y orientar sobre las respuestas existentes ante situaciones de violencia doméstica que puedan vivir las mujeres en el medio rural.
“Incorporar a la BEPRA una promotora de género no supone un gasto adicional, ya que estamos dispuestas a colaborar, y el móvil ya está disponible para cubrir una determinada área rural”, afirmó Flores.
Dominación patriarcal
Por otro lado, expresó que la situación actual refleja un despertar inicial, pero insistió en que es necesario continuar abriendo los ojos y avanzando. “Hemos empezado a entender que tenemos derechos y obligaciones, y lo más importante es la difusión. Tenemos que apostar a divulgar estos temas, y el 30 de abril, Día del Trabajador Rural, debería incluir el enfoque de género”, afirmó.
Criticó la falta de visibilidad en los medios de comunicación. “El 30 de abril casi no tiene difusión. La ley establece que el Estado tiene la obligación de involucrarse y de fomentar esta fecha, pero, ¿dónde has visto que realmente se fomente el Día del Trabajador Rural? ¿Qué spot gratuito aparece en cualquier canal? Ni siquiera se comunican con nosotros”, señaló.
La dirigente gremial lamentó que se hayan dado pasos atrás en varios aspectos y llamó a reflexionar. “Abramos los ojos y veamos cómo podemos avanzar”.
Flores también advirtió sobre la persistencia de casos de “dominación patriarcal” en el ámbito rural, señalando situaciones preocupantes en las recientes discusiones del Consejo del Salario. “En este último Consejo dejaron entrever la posibilidad de derogar la ley de las 8 horas, proponiendo que el horario laboral se decida mediante un acuerdo entre el patrón y el empresario. Esto deja claro que, si pueden quitarnos derechos, lo intentarán”, aseguró.
Subrayó la importancia de proteger esta ley, que representó un gran esfuerzo para ser aprobada. “Es una conquista que no vamos a perder, ni por un pedazo de carne ni por una mochila. Es nuestro logro y tenemos que defenderlo”, enfatizó.
Flores destacó que mantener estos derechos implica un trabajo conjunto y coordinado. “Necesitamos un departamento de inspección fuerte, nuestro compromiso como trabajadores, y una difusión efectiva. Si no se informa, ¿cómo voy a saber lo que está pasando?”, advirtió
Flores ilustró las dificultades que enfrentan las mujeres rurales al describir la realidad de quienes viven en departamentos como Artigas o Rivera, donde muchas veces lo único que tienen para comunicarse es una pequeña radio Spika. “Imagina la situación: la lentitud, la falta de respuesta inmediata, y la desilusión de que hoy estoy aquí, necesito ayuda urgente, pero no llega. Mi casa se inunda y no hay quien inspeccione hoy mismo”, lamentó.
Señaló que esta lentitud en los procesos genera frustración entre las trabajadoras, quienes a menudo se sienten desamparadas. “El sindicato está presente, acompañando en todo lo que puede, pero también siente esa presión: vamos, vamos, vamos. Antes recibíamos respuestas más rápidas, pero hoy esa demora nos afecta mucho”, expresó.
Flores reflexionó sobre las causas de esta situación y reconoció la necesidad de mejorar. “¿Por qué tanta lentitud? Quizás también debemos hacer un mea culpa. Necesitamos ser más ágiles, más rápidos. Sin embargo, las grandes distancias que enfrentamos en las áreas rurales dificultan nuestro trabajo”.
Flores enfatizó la importancia de dar al tema la visibilidad que merece y de asumir un compromiso constante. “Esto no puede ser un expediente perdido desde el año 2021. No, esto debe ser continuo y requiere voluntad de trabajar. Las 60 personas capacitadas como promotoras de género en el área rural tienen esa voluntad, aunque muchas se han desilusionado”, afirmó.
Resaltó que la disposición para colaborar existe. “La voluntad está de este lado, queremos hacer cosas y estamos dispuestas a aportar. Pero la pregunta es: ¿hasta dónde quieren llegar? ¿O cuánto quieren silenciarnos?”, cuestionó.