Continuar el viaje, perseguir tus sueños
Toda una vida dedicada a la docencia y la militancia, ahora es tiempo de realizar un balance de lo vivido, de su actuación profesional y lo que resta por hacer. La docencia, la dictadura, el dolor, los inolvidables años de militancia y todos los que vendrán. Entrevista a fondo con Teresita Capurro, representante de los maestros elegida en las urnas como Consejera del Consejo Directivo Central (CODICEN) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
Teresita Capurro eligió acaso una de las profesiones más nobles del mundo, ser maestra rural. Los niños que son parte inolvidable de su vida, aprendieron a leer, escribir, a pensar y a sumar con ella, conocieron las historias épicas de Dionisio Díaz o la magnitud del pensamiento del José Artigas.
En tiempos difíciles para el país, asumió como maestra directora rural de Bizcocho, Mercedes, con ocho niños a cargo. Los lunes llegaba en ómnibus por la ruta hasta un paraje y de allí tenía que entrar caminando o gracias a la colaboración de algún paisano que la arrimara hasta la escuelita que en realidad era una habitación que tenía una ventana desde la que se veía el patio de la estancia, y allí estaba la cocina. En el espacio que quedaba de una vieja bodega, Teresita se arreglaba para estar con sus hijos a los que también crió allí. Aprendieron a querer hasta las velas porque en la escuela donde vivían no había luz y el agua la obtenían de un viejo molino, aunque casi siempre utilizaban el agua de pozo.
Cuando Teresita rememora aquellos años, repasa mucho más que los comienzos de su profesión, esa carrera que abrazó con toda su pasión y que fue motor de vida. Ahora en el luminoso despacho que ocupa en el CODICEN, sus recuerdos vuelven como parte de un Uruguay mágico, intenso, de valores y honor de la palabra, donde el desgarro de la dictadura y la muerte interrumpieron tanta vida cargada de esperanza.
Las primeras señales de botas militares que llegaron a la escuelita fue cuando la Policía le ordenó que colgara un cuadro del dictador coronel Lorenzo Latorre. “Le teníamos que rendir pleitesía por lo que hizo”.
Cuando le notificaron su destitución se le cortó la respiración. Ese silencio frío, helado de aquel mediodía en el que le leyeron el acta donde hablaban de razones de “mejor servicio” sintió que había llegado el final para siempre y que no iba a volver a estar frente a un grupo de niños junto a un pizarrón. “Eso fue por aquella Ley de Educación de Julio María Sanguinetti cuando era ministro en el pachecato”.
Teresita ese día llegó a su casa, se sacó el anillo de maestra, “y le dije, creo que no vas a volver a ver la luz nunca más en la vida”.
Con el paso de los años sus hijos varones fueron creciendo y llegó también la niña a la familia. Un buen día, sus hijos llegaron corriendo a la cocina y le dijeron: “mamá, encontramos este anillo en una cajita en un cajón”. Teresita ni recordaba dónde lo había dejado escondido para siempre. Cuando ella les dijo que era suyo, uno de sus hijos le dijo “pero todas las maestras tienen uno igual”. Recién allí fue que por primera vez, ya grandecitos, les explicó lo que ellos no recordaban de su primera infancia. “Es que yo soy maestra”. Sus hijos reaccionaron con incredulidad y nerviosismo. “¡Qué vas a ser maestra vos mamá! Si vos no trabajas en la escuela...” le dijeron.
No fue fácil criar hijos en dictadura para una maestra rural destituida, en un lugar donde la estigmatización del pueblo señalaba con dedo acusatorio incluso a los niños.
Teresita quiso proteger a sus hijos y hasta les escondió lo que adoraba con toda el alma, su condición de maestra, para evitarles lo que fue imposible evitar. “Yo quería que ellos crecieran en el amor y no en el odio”.
A uno de sus hijos tuvo que sacarlo de la escuela por la terrible forma en que lo persiguieron y agobiaron. Fue gracias al apoyo y consejo de un cura amigo, de esos inolvidables, los que estuvieron en las difíciles y en las peores también, que pudo llevar a su hijo al Colegio Salesiano San Miguel donde recibió la contención que tanto necesitaba.
Así fueron aquellos años de dictadura para Teresita y su familia hasta que llegó la restitución. “Volver a la escuela en el ’85 y pararme frente a los niños luego de tantos años sin estar en ese lugar, fue muy fuerte. Si la destitución fue difícil, volver fue durísimo, porque en Mercedes uno sentía que estaba fichado, que lo miraban como a una persona peligrosa, yo sentí mucha soledad a la hora del recreo... no se me acercaba casi nadie... fueron muy pocas las compañeras que se me arrimaron a ayudarme, pero existieron, fueron muy importantes en mi vida, las recuerdo con mucho cariño y yo siempre me quedo con eso, con lo mejor de la historia”.
Militancia en ADEMU y la FUM
“Yo milité desde siempre. En el liceo desde chica ya andaba formando parte de listas y de la directiva de la Asociación de Estudiantes de Mercedes y ahí fue que conocí a un compañero muy luchador, y hasta tal vez incomprendido por muchos de nosotros en aquel momento, que fue Nebio Melo, el hijo desaparecido de Luisa Cuesta. Lo tengo tan presente porque era un luchador divino, un luchador de la ostia”.
Si bien Teresita no militó junto a Nebio lo conoció por la militancia y recuerda que “de él se decía que era comunista, ubicate en el tiempo, era como descalificar a alguien por decir eso, y yo venía de un hogar con un papá colorado y mamá blanca, cuando en mi casa se hablaba de los comunistas era como invocar al demonio”.
Cada recuerdo de aquellos compañeros aún desaparecidos, Teresita los mantiene vivos, intactos, incluso sus miradas, algunos serios, hablando poco, “aprendí con el tiempo a entender el valor inmenso de lo que hicieron ellos, militando, son esas cosas que una valora con el tiempo y las dimensiona cuando va creciendo y también una va aprendiendo”.
La militancia en la Asociación de Maestros (ADEMU Soriano) la llevó a participar luego a nivel nacional en la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) “y yo me guardaba un viernes cada quince días para venir a Montevideo a militar acá en la directiva de la FUM y aprendí muchísimo al estar junto a compañeros valiosísimos como Héctor Florit y Fernando Pereira por ejemplo, gente que hace tanta falta”.
Luego de la designación de Héctor Florit como consejero del CODICEN en la primera presidencia de Tabaré Vázquez, “por esas cosas de la vida caigo en la secretaría general de la Federación (Federación Uruguaya de Magisterio-Trabajadores de Educación Primaria) donde estuve seis años, hasta que por primera vez se pone en marcha la nueva ley de educación que establece que los docentes tienen que participar de la integración del CODICEN y de los Consejos de Educación. Fue así que un grupo de compañeros me propuso encabezar una lista y acá hay un punto que es bien importante señalar, por algunas cosas que dicen algunos –propios y extraños- que seguramente ni leyeron la ley de educación, ni entienden muchas cosas y seguramente tampoco pisaron nunca un sindicato: en la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay (CSEU) formamos una lista entre maestros y profesores para el CODICEN, para los dos cargos. La que sostuvo la lista, la que realizó la logística, para impulsarnos a nosotros fue la Coordinadora”. Teresita recordó que la reivindicación que los docentes y maestros integren los órganos de dirección, es una vieja lucha que comenzó el maestro asesinado mediante ejecución, Julio Castro. “Julio, fundador de la FUM, fue el que peleó desde aquellos años, y nosotros traíamos esa bandera desde el año ’45, en el acta fundacional donde se expresa que los docentes teníamos que integrar los organismos de la educación, algo que se concretó recién en el año 2010”.
Por primera vez en la entrevista Teresita cambia el tono y habla casi con fastidio: “cuando algunos dicen que somos la corporación sindical se olvidan de decir algunos dirigentes que promocionaron candidatos blancos y colorados para entrar por la ventana a los organismos de la enseñanza. Esto se lo digo a cualquiera y en el idioma que lo quiera escuchar y entender, porque nos han hecho padecer”.
Teresita recordó al Portal que aceptó encabezar la lista cuando el Congreso de la Federación resolvió que los candidatos no vendrían “mandatados, porque acá está en juego la autonomía”. Para la consejera, la agenda de principios fue la razón de ser de su gestión pero sin estar condicionada por decisiones que rozaran su autonomía al frente del cargo.
“Siempre el interés general por sobre el particular, y ese es el de los alumnos. Especialmente en un cargo que tiene decisiones políticas primero me tengo que preguntar cuál es el impacto que tiene cada acción en los chiquilines, y luego en el trabajador, porque mi condición de maestra está por encima que la de consejera” sentenció.
Los años de gestión en el CODICEN
“En estos años hemos tenido situaciones difíciles, hubo un cambio de presidente y consejeros, también reclamos, hemos tenido que tomar decisiones sin erosionar ni el interés sindical ni el político, eso fue muy difícil y eso hizo que yo tomara una actitud de perfil bajo” explicó la consejera Capurro. “Me interesó trabajar para adentro y no imponerme” y tal vez por ello uno de los mayores orgullos de Teresita es que en estos años la Federación nunca le pidió una audiencia en su despacho. “Acá cada vez que quisieron entrar, vinieron, golpearon la puerta y fueron recibidos, así de simple y así es como creo que tiene que ser”.
También de estos años la consejera Capurro rescata el relacionamiento con la gente del interior “porque es de donde vengo y siempre nos entendemos bien”.
A la hora de los balances, fue clara: “no me voy tirando manteca al techo pero creo que hemos hecho buenas cosas y mis actuación acá adentro fue siempre muy institucional pero no funcional”.
Capurro destacó al Portal que la mirada amplia de los criterios permite ser libre en las decisiones que se toman a diario en el desempeño de un cargo como el que ocupa. “Pero no mastico vidrio tampoco, los que venimos del mundo sindical y hemos tenido alguna responsabilidad, algunas cositas aprendimos de táctica y estrategia”.
La consejera elogió a los “Campamentos educativos” como un proyecto estratégico de inclusión que han desarrollado en este tiempo, que surgió en el año 2009 “con Héctor Florit y cuando se fue me pasó la posta. Hoy son una realidad que pasó a una etapa de investigación; aproximadamente en estos 5 años han pasado por los Campamentos unos 170.000 estudiantes, además de la capacitación que hemos hecho con docentes y también hemos colaborado en la creación de una tecnicatura con la UTU. Esto fue posible también y por ello quiero reconocer el trabajo de la maestra jubilada de Paysandú Macarena Collazo, como coordinadora académica del proyecto con su aporte excepcional e inteligente”.
Proyecto Tránsito
“El otro trabajo que rescato enormemente de estos años aquí en el cargo es el "Proyecto Tránsito Educativo" que es el pasaje de los chiquilines de sexto de la escuela a Ciclo Básico” y que ha permitido trabajar a docentes con maestros comunitarios en territorio. “Lo que buscamos es que los chiquilines al salir de sexto de escuela no abandonaran ni se fueran para la calle. Pero luego de lograr que se matricularan teníamos que poder mantenerlos con un acompañamiento con las familias. Así fue que hemos logrado el 96% de inscripción de los chiquilines en riesgo que son los que aborda el Plan, y que en otros momentos eran los que se desvinculaban. Es importante entender que estamos hablando de chiquilines que habían sido repetidores en Primaria, de rendimientos más bajos, que están insertos en un contexto sociocultural y económico muy devaluado, por eso digo que a los docentes que realizan ese trabajo en territorio hay que aplaudirlos y nos tenemos que sacar el sombrero frente a lo que ellos hacen”.
La última fase del Proyecto que comienza con la matrícula y continúa cuidando que “no se nos caiga y el chico abandone, es profundizar en los aprendizajes de estos niños y adolescentes”. Para ello Secundaria y UTU están trabajando en esa dirección “juntos, porque entendíamos que no tenían que culpabilizarse sino trabajar juntos en el territorio. En las 63 sedes que tenemos con el Plan logramos que los maestros y profesores trabajen juntos con los chiquilines y ha sido mucho más fácil que interactúen en el territorio que más arriba”.
Capurro explicó que en el próximo presupuesto van a promover las políticas de enlace “con énfasis en Tránsito Educativo”, programa que ella prefiere simplemente decir que nació con y junto a ella, pero que evita destacarlo como parte de un “legado” de su gestión en el CODICEN.
Mirar en perspectiva y clave de futuro
En relación a las limitantes del cargo y tratar de satisfacer las demandas, Capurro especificó que lo que los Consejeros pueden hacer es solicitar las mejoras de presupuesto pero el que pone “el techo es el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Economía (MEF)”. Aquí es donde la Consejera considera que hay que diferenciar entre “deuda educativa y deuda económica porque si los vecinos han puesto en tela de juicio la educación pública, legítimamente, porque van sus hijos, bueno pero no la gente tiene que entender que el CODICEN presenta un presupuesto pero no decide, y las historia nos dice que lo que el CODICEN presenta por lo general no lo votan. Entonces la respuesta a la problemática está en los otros Poderes del Estado, en el Ejecutivo y el Legislativo” afirmó.
Capurro reconoció que no se puede negar la situación general del país pero se preguntó si “¿en serio queremos mejorar la educación? Bueno, yo creo que las intenciones están, lo que no está es la plata por lo que hay que preguntarles a los que tienen la plata si quieren mejorar la educación”. Sincerándose aún más, Capurro reconoció que en el cargo sintió “una gran impotencia”. Teresita dijo al Portal que lo que ha procurado es “cuidar el espacio para los que vendrán porque algunos compañeros proponen la autonomía y el cogobierno como en la Universidad, algo que nosotros no lo logramos en la Ley de Educación. Hoy lo que hay es esto y por ello creo que a esta participación hay que cuidarla porque desde adentro uno empieza a conocer más y podemos incidir mejor” subrayó.
Desafíos
Capurro siente que quedaron asuntos pendientes. Problemáticas que no se pudieron resolver, pero que entiende imprescindible sean abordados, como el nuevo estatuto de los funcionarios y docentes “porque el que tenemos está perimido, porque la vida cambió”. Asimismo, le preocupa la creación de un Departamento de salud laboral y que definitivamente se actualicen todos los concursos y la carrera funcional.
Sin parar de nombrar todo lo que se podría mejorar y avanzar en los próximos años, Teresita pudo hacer una pausa y reflexionar cómo se imagina su futuro, a partir que en noviembre deje de ocupar el cargo de Consejera en el CONDICEN.
“Me voy a quedar en Montevideo, acompañar a mi hija y a mi hijo con mis nietos, y espero que algún día mis nietos de Mercedes vengan a estudiar, para poder estar cerca de ellos. Tengo varios desafíos pero lo principal es hacer lo me gusta, quiero algo honorario y sin horario, en el mundo sindical, con mi Federación; yo me formé en varios lugares del exterior, también hice formación sindical, entonces aspiro a que pueda contribuir en la formación con mis compañeros en la Federación o en el PIT-CNT, acercarme al Cuesta-Duarte, a la revista de los maestros «Quehacer educativo», trabajar y trabajar”.
Teresita, piensa, mira hacia adelante y dice que lo que más quiere es “estar cerca de mi familia y seguir acompañando a los compañeros que así lo deseen y devolverle algo a la Federación que me dio tanto”.
Nos fuimos en silencio, entre abrazos y recuerdos, mientras desde una de las paredes de su despacho, entre tantas fotos familiares, y muchos afectos inolvidables, allí quedó, observando, la mirada tierna, imprescindible, de Luisa Cuesta.