Aquel abrazo

Viernes, 05 Julio 2019 19:43
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Alberto es un buen hombre. Sabio, noble, estudioso, considerado una eminencia en el ámbito científico, pero por sobre todas las cosas, es un buen hombre.

Alberto Peña Rodríguez nació en Guadalajara, se recibió de médico pediatra, cursó la subespecialidad en cirugía pediátrica en el Hospital de Niños de Boston y fue director general del Instituto Nacional de Pediatría, entre otras destacadas actividades de una prolífica trayectoria que lo llevó a ejercer en hospitales de Nueva York, Cincinnatti y Denver.
Alberto ha atendido más de 5 mil casos de malformaciones ano-rectales en pacientes pediátricos en los cinco continentes y ha operado a cientos de ellos con la técnica de Peña (anorrectoplastia sagital posterior) para corregir malformaciones tipo cloaca, que es muy poco frecuente. 

De todas partes del mundo lo contactan familias que necesitan de su conocimiento para el tratamiento de estas extrañas malformaciones que afectan a algunos niños y niñas en millones. Cada paciente pediátrico es único y espacial para él.

Hace un tiempo, recibió una llamada desde Uruguay. Y eso le removió muchos recuerdos. Especialmente el primer vínculo que tuvo con Uruguay.  “Fue casi una coincidencia, algo que surgió de casualidad, cuando conocí a Alfredo Zitarrosa en su exilio en México” a través de una niña hija de un médico uruguayo, recordó en diálogo con el Portal del PIT-CNT.

Luego la vida lo llevó a trabajar por distintas partes del mundo, siempre tratando de aportar su conocimiento y experiencia clínica, para mejorar la calidad de vida de niños y niñas. El doctor Alberto Peña Rodríguez es considerado una eminencia no solo en los hospitales, clínicas y universidades en las que ha trabajado o dictado conferencias, sino también en otros ámbitos internacionales que también lo consideran una referencia.

Por estas horas, estuvo en Uruguay. Vino en silencio, para aportar su conocimiento y tratar de ayudar a una familia que lo necesitaba. Vino solidario como ha ido a tantas partes del mundo cuando las circunstancias lo requieren y los recursos no abundan.

Su sueño pendiente, según explicó, era conocer a José Mujica. Alberto quería charlar un rato con ese hombre al que considera un pensador emblemático y un hombre sabio.

Se fue feliz. Lleno de felicidad. Se fue después de haber compartido un encuentro en el quincho de Varela que dijo “será para siempre, inolvidable”.   

Modificado por última vez en Viernes, 05 Julio 2019 20:41
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